Moralmente derrotados. Sin proyecto. Sin liderazgo. Fragmentados. Con cola que les pisen. Así se percibe a los partidos de oposición en México hoy. Así se comportan. Así los califica una parte importante del electorado y por ello el PRI, el PAN y el PRD están atorados en menos de 18% de intención de voto. Incapaces de proveer una visión de futuro para el país que tan mal gobernaron, sobreviven aferrados a pequeñas parcelas de poder en los estados. Incapaces de ofrecer una corrección a los errores del lopezobradorismo, persisten gracias a viejas inercias, no a nuevos planteamientos. Asustados y acorralados, quienes deberían actuar como contrapesos pocas veces logran serlo en el Congreso, en las redes sociales o en las urnas. Ahora, de cara al 2021 y ante un Presidente que buscará trasladar su popularidad a Morena para ganar 15 gubernaturas y el Congreso, ofrecen lo único que pueden: el pragmatismo por encima de la ideología, la suma de impopulares para competir contra el más popular, una alianza de malolientes para combatir a autoritarios. Terminators vs Aliens. Una batalla campal de Mafiosaurios.
Los partidos de “moches” y “Pactos por México” y complicidades encubiertas y privilegios protegidos. Los partidos cuatistas, corroídos por la corrupción, que echaron a perder la transición. Ese panismo que gobernó copiando al priismo y mimetizándolo; que nunca supo combatir con audacia al viejo régimen y acabó avalando las dirigencias sindicales anti-democráticas, los contratos corruptos, el cortejo a los poderes fácticos, el gobierno como lugar para repartirse el botín, y una guerra sin tregua o fin. Ese perredismo manchado por confrontaciones canibalescas, más interesado en mantener posiciones y prerrogativas económicas que en defender un ideario de izquierda. Ambos, actualmente obligados a tragar sapos priistas e ir de la mano con ellos.
Porque la simple aritmética lo confirma. Si las oposiciones siguen peleándose entre sí, acabarán alimentando al monstruo amloísta que las devora. Así como el PRI se perpetuó en el poder gracias a la división de sus opositores, Morena también lo hará. Divididas harán crecer al verdadero enemigo y no es solo un Presidente. Es una forma de gobernar que no hará de México un lugar más próspero y menos desigual, sino todo lo contrario. El país de privilegios permanecerá, solo que en manos morenistas. En garras de otra “casta divina” que ejerce el poder de manera impune, se otorga aguinaldos mientras presume austeridad, se financia con dinero en efectivo entregado en maletines, y establece alianzas con partidos también moralmente derrotados como el PES, el PT, el Partido Verde, y las huestes de Elba Esther Gordillo. La marca de Morena no es una moralmente superior ni impoluta ni imbatible. Existe por AMLO y su capacidad para dignificar al pueblo, victimizado históricamente por élites rapaces.
Por eso a la oposición le urge encontrar una agenda amplia que vaya más allá de frenar al Presidente. Le urge desparasitarse y auto-criticarse. Entender las razones por las cuales AMLO llegó al poder y las raíces estructurales del enojo, la frustración y el resentimiento que capitaliza. Ofrecer aquello que el lopezobradorismo promete pero no da: el combate a la desigualdad junto con trampolines para la movilidad; el crecimiento compatible con la redistribución; la democracia como realidad y no como simulación; el Ingreso Básico Universal financiado por una profunda reforma fiscal. Explicar la urgencia del crecimiento incluyente para apelar a los desilusionados y convencer a los preocupados. La oposición jamás podrá crear contrapesos en el Congreso o en los estados si solo recicla la vieja cartografía. Si no habla de las complicidades que calló, las tropelías que no denunció, las ventajas indebidas de las cuales se aprovechó.
El PRI, el PAN y el PRD contribuyeron a la putrefacción del sistema que ahora AMLO aprovecha; él puede lubricar añejas estructuras clientelares y montarse sobre viejas opacidades porque sus predecesores las construyeron. Y Morena ha logrado convertirse en el marrano mayor de la granja porque el PRIAN se dedicó a saquearla. López Obrador es la consecuencia, pero ellos fueron la causa. Sólo si reconocen y corrigen, podrán llegar al 2021 como una opción real al oficialismo. De lo contrario seguirán siendo lo que son hoy: Mafiosaurios reciclados, y por eso, rechazados.
Denise Dresser/ Agencia Reforma