Al menos tres explosiones en una mezquita chiita en Kandahar, Afganistán, provocaron al menos 32 muertos y decenas de heridos; las autoridades dijeron que es probable que el número de víctimas aumente.
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El portavoz del Ministerio del Interior talibán, Qari Saeed Khosti, dijo que las autoridades están recopilando detalles de la explosión, que tuvo lugar días después de otro ataque suicida de ISIS en otra mezquita chií de la ciudad norteña de Kunduz que dejó decenas de fallecidos.
Las fotografías e imágenes de teléfonos móviles publicadas por periodistas en las redes sociales mostraban a muchas personas aparentemente muertas o gravemente heridas sobre el suelo ensangrentado de la mezquita Imam Bargah.
Un funcionario de salud dijo que 15 cadáveres y 31 heridos fueron trasladados al hospital Mirwais de la ciudad, pero se esperaba que el total aumentara, ya que las ambulancias seguían llevando víctimas.
Fuerzas especiales talibanas llegaron para asegurar el lugar y se hizo un llamado a los residentes para que donaran sangre para los heridos. Nadie se atribuyó la autoría del atentado de inmediato.
La explosión pone de manifiesto la seguridad cada vez más incierta que vive Afganistán mientras los talibanes se enfrentan a una creciente crisis económica y humanitaria que amenaza a millones con el hambre.
La etnia chiita, blanco de los ataques
La filial local de ISIS, conocida como Estado Islámico Khorasan, por el antiguo nombre de la región que cubre Afganistán, ha intensificado los ataques tras la victoria de los talibanes sobre el gobierno respaldado por Occidente en agosto.
Autoridades talibanas han minimizado la amenaza del ISIS, pero los repetidos ataques han empañado su afirmación de que trajeron la paz a Afganistán tras cuatro décadas de guerra. El hecho de que la minoría chií sea nuevamente blanco de ataques también puede inflamar las tensiones entre diferentes grupos étnicos y sectarios en el país de mayoría suní.