“Es claro que nuestra seguridad nacional y crecimiento económico están atados a las fuentes accesibles y abundantes de energía”.
Mazie Hirono
Greg Abbott, el ultraconservador gobernador de Texas, emitió un inusual documento el miércoles 17 de febrero: “Por este medio ordeno que todo el gas natural que se produzca se disponga para la venta a los generadores locales de energía antes de dejar el estado de Texas hasta el próximo 21 de febrero de 2021”.
Muchos juristas dicen que la orden es inconstitucional. Los gobernadores en Estados Unidos no tienen facultades para limitar el comercio interestatal; tampoco para prohibir la exportación de gas a una nación extranjera, cosa que solo podría hacer el gobierno federal por consideraciones de seguridad nacional. Lo importante, sin embargo, es que el flujo de gas natural tejano a México se ha detenido.
La decisión ha atizado el debate en México sobre las importaciones de gas natural y sus repercusiones en la seguridad nacional. Si bien se había afirmado que Estados Unidos nunca cerraría la llave del gas a nuestro país, como lo ha hecho Rusia con sus vecinos, porque lo producen empresas privadas, la orden del gobernador Abbott demuestra que sí hay un riesgo de cortes de carácter político al suministro.
México importa de Estados Unidos un 70 por ciento del gas natural que consume. La cifra ha venido subiendo desde hace años, porque Pemex ha concentrado sus nuevas inversiones en petróleo crudo, mucho más rentable. Al mismo tiempo se ha producido en Estados Unidos una verdadera revolución con la fractura hidráulica, que ha aumentado de manera notable la producción de gas natural y ha bajado sus precios.
Este 16 de febrero, al comenzar el apagón, el coordinador de comunicación social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, comentó en Twitter: “El corte de electricidad en el Norte mostró la vulnerabilidad del país por depender del gas de Texas. Los neoliberales dijeron que importar era más barato. Antes costaba 3 dlls por unidad (MMBTU), hoy vale 200, 5 mil % más. Por el bien de México, debemos recuperar la soberanía energética”.
¿Podemos hacerlo? Sí, claro; no es imposible. La decisión de no invertir en gas la tomó Pemex, no una conspiración neoliberal, porque era más rentable utilizar los limitados recursos que tenía para el petróleo. Hoy, que el gobierno ha decidido utilizar los recursos disponibles para construir una refinería en Dos Bocas, la limitación presupuestaria se ha hecho mayor, pero no hay razón por la que no se pueda permitir a empresas privadas invertir en gas. Para que esto sea rentable en algunos lugares del país, sin embargo, es importante utilizar el fracking, que el gobierno de López Obrador quiere prohibir.
Está presente el riesgo potencial de que haya nuevos cortes a la exportación de gas de Texas, ya sea por condiciones físicas, como la tormenta de nieve de esta semana, o por decisiones políticas, como la del gobernador Abbott. Es probable, sin embargo, que en unos días o semanas se reanuden la producción y exportación de gas de Texas y los precios regresen a niveles de 3 dólares por millón de BTU, los más baratos del mundo. Cuando esto ocurra, será otra vez menos rentable invertir en gas en México.
Entiendo las consideraciones de seguridad nacional, pero ¿cuánto dinero estaremos dispuestos a pagar por un seguro que nos cubra contra la inusitada combinación de circunstancias de esta semana?
No competitivos
Nuestros dos yacimientos de gas más importantes no son competitivos: ni el de Lakach, en aguas profundas, ni los depósitos de shale de Tamaulipas. El de Lakach podría producir a un costo de entre 6 y 7 dólares por millar de pie cúbico, más del doble que en EUA; los de shale podrían superar los 10 dólares. La verdadera solución, dice un especialista, es fortalecer los puntos de interconexión y los contratos de suministro desde EUA.
Twitter: @SergioSarmiento
Agencia Reforma
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