El Papa Francisco manifestó su inquietud por la detención de sacerdotes católicos en Nicaragua, bajo el gobierno del presidente Daniel Ortega.
Desde la ventana del Palacio Apostólico, tras el rezo del primer Ángelus del año el 1 de enero, el Pontífice expresó su cercanía en la oración a los religiosos, sus familias y la Iglesia en Nicaragua.
Francisco instó a la oración insistente de los fieles y del pueblo de Dios, al tiempo que hizo un llamado a buscar siempre el camino del diálogo para superar las dificultades.
La situación en Nicaragua entre el Gobierno de Ortega y la Iglesia católica ha llevado a momentos de tensión, marcados por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de relaciones diplomáticas.
Desde el 20 de diciembre, defensores de derechos humanos y dirigentes opositores han denunciado la detención de un obispo, 13 sacerdotes y dos seminaristas, aunque ni el Gobierno ni la Policía han confirmado o negado estas detenciones.
Esta tensión se suma a la condena en febrero del obispo Rolando Álvarez, sentenciado a 26 años de prisión, despojado de su nacionalidad y privado de derechos ciudadanos de por vida por el delito de traición a la patria.
El papa Francisco, perteneciente a la orden de los jesuitas, también fue afectado cuando en agosto, Ortega disolvió la Compañía de Jesús en Nicaragua y expropió su patrimonio.
La crisis en Nicaragua, que comenzó en abril de 2018 y se intensificó tras las elecciones de noviembre de 2021, ha generado preocupación a nivel internacional.
Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo, en unas elecciones marcadas por la detención de sus principales contendientes.
En octubre, tras un acuerdo con la Santa Sede, el Gobierno nicaragüense excarceló a 12 sacerdotes enviándolos al Vaticano, aunque monseñor Rolando Álvarez se niega a abandonar el país.
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