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Monterrey es el primer semifinalista del Apertura 2022, derrota al Cruz Azul

El campo del Monterrey, Gigante de Acero, es maldito para Cruz Azul. La Máquina dio buenos argumentos, pero no le alcanzó.

El campo del Monterrey, Gigante de Acero, es maldito para Cruz Azul. La Máquina dio buenos argumentos, pero no le alcanzó.

El campo del Monterrey, Gigante de Acero, es maldito para Cruz Azul. La Máquina dio buenos argumentos, pero no le alcanzó.

Ocho atajadas de Esteban Andrada y hasta los postes impidieron que los cementeros lograran algún gol ante Rayados.

Berterame con Balón de Oro en mano, Funes Mori, Gallardo y hasta la mala suerte celeste frustraron el Clásico Joven en semifinales y todo terminó en goleada del Monterrey y 3-0 final.

La historia, los antecedentes, el presente, todo estaba en contra de La Máquina, pero eso poco le importó y enfrentar al América en semifinales tampoco le asustó. No había opciones para el conjunto cementero en la Sultana del Norte. Era arriesgarlo todo.

Monterrey controla

Sin embargo, los Rayados controlaron de inicio, sabían de su localía, del apoyo de su gente y hasta de la ventaja en el marcador, pero no se la pusieron tan fácil a su rival.

En un descuido del Monterrey, Ángel Romero tuvo la oportunidad de anotar. El contragolpe parecía letal, fue bien armado por el atacante paraguayo, pero en el último toque y con marco abierto, no concretó.

Bien dicen que el que perdona pierde. Romero dejó en el limbo su renovación y para colmo La Pandilla sí aprovechó. El balón de oro como mejor goleador en la temporada 2021/22 no falló. Germán Berterame tuvo una sola opción, venció a Escobar por arriba y la guardó en el marco de Chuy Corona.

La Máquina reaccionó y entendió la presión de ir contracorriente. En ese momento ya eran necesarios dos goles. Opciones tuvo varias, pero ninguna con contundencia. Romero lo intentó con un disparo lejano y Charly Rodríguez con un remate de cabeza, pero Andrada lo detuvo todo.

Los celestes fueron los obligados en el complemento. El Potro mandó un claro mensaje de matar o morir, dio ingreso a Antuna, después a Rotondi y por último a Carneiro, pero el balón nunca quiso entrar. El Sabandija Andrada fue una muralla y si no fue él, el poste impidió el festejo. Funes Mori y Gallardo pusieron dos más y todo terminó.

El sueño de Cruz Azul quedó frustrado y no le alcanzó para más.

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