Liz Truss reemplazó este lunes al controvertido Boris Johnson como líder del Partido Conservador británico y se convertirá en la nueva Primera Ministra de Reino Unido.
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La hasta ahora ministra de Relaciones Exteriores fue elegida por los conservadores británicos para convertirse en primera ministra de Reino Unido tras la dimisión de Johnson.
Truss, de 47 años, se impuso por 81 mil 326 votos contra 60 mil 399 al ex ministro de Finanzas Rishi Sunak, de 42 años, un multimillonario ex banquero, nieto de inmigrantes indios.
Liz Truss, una admiradora de Thatcher que creció en medio de izquierdistas Se convertirá en jefa de gobierno tras reunirse el martes con la reina Isabel II, cuando viaje a Balmoral para verse con la monarca.
Se completará entonces el proceso de renovación anunciado por Johnson en su discurso de dimisión del 7 de julio.
La formación gubernamental anunció que sus más de 172 mil afiliados eligieron a la hasta ahora ministra de Relaciones Exteriores para dirigir la formación y tomar las riendas del país.
“Es un honor”, afirmó Truss visiblemente emocionada en un discurso en que rindió tributo a Johnson por su labor a la cabeza del país desde 2019, llevando el Brexit a buen puerto, superando la pandemia y plantando cara al presidente ruso Vladimir Putin por su invasión de Ucrania.
La carrera por el liderazgo arrancó en julio, cuando el controvertido Johnson se vio empujado por su propio partido a la dimisión.
El voto de los afiliados por correo y por internet se cerró el viernes, tras ocho semanas de campaña que Truss describió como “la entrevista de trabajo más larga de la historia”.
El resultado, sin embargo, no es necesariamente representativo de los deseos de los 67 millones de británicos.
Toma de posesión de Liz Truss
El cambio de primer ministro se producirá hasta el martes, cuando Johnson pronunciará su discurso de despedida en Downing Street.
Acto seguido viajará a Balmoral, residencia de verano de Isabel II en Escocia, 800 km al norte de Londres, para presentar su renuncia formal a la reina, que entonces nombrará oficialmente a Truss como su sucesora.
Por primera vez en sus 70 años de reinado, Isabel II, de 96 años, no viajará a Londres para esta ceremonia, debido a sus crecientes problemas de movilidad. La nueva jefa de gobierno regresará entonces a la capital, para pronunciar su primer discurso ante la famosa puerta negra del número 10 de Downing Street, formar gobierno y debatir el miércoles en el Parlamento con el líder de la oposición, Keir Starmer.
La ardua labor económica que deberá llevar Truss
Truss, quien es desde hace tiempo la favorita en la carrera para sustituir a Johnson, se convertirá en la cuarta primera ministra de los conservadores desde las elecciones de 2015.
Durante ese periodo, el país ha sido zarandeado de crisis en crisis y ahora se enfrenta a lo que se prevé que sea una larga recesión desencadenada por una inflación disparada que alcanzó el 10.1 por ciento en julio.
Truss ha prometido actuar con rapidez para atajar la crisis del coste de la vida en el Reino Unido y ha afirmado que en el plazo de una semana presentará un plan para hacer frente a la subida de las facturas de energía y asegurar el futuro suministro de combustible.
Durante su campaña, dijo que desafiaría la convención eliminando las subidas de impuestos y recortando otros gravámenes que, según algunos economistas, alimentarían la inflación. Esto, sumado a su promesa de revisar las competencias del Banco de Inglaterra y proteger su independencia, ha llevado a algunos inversores a alejarse de la libra y vender los bonos del Estado.
Kwasi Kwarteng, que es el favorito para ser su ministro de Economía, trató de calmar a los mercados el lunes, afirmando en un artículo en el periódico Financial Times que con Truss sería necesario “cierta relajación fiscal”, pero que su administración actuaría de “forma fiscalmente responsable”.
Truss se enfrenta a una larga, costosa y difícil lista de tareas, que según los parlamentarios de la oposición es el resultado de 12 años de mal gobierno conservador. Varios han pedido que se celebren elecciones anticipadas, algo que Truss ha dicho que no permitirá.