Bella Cherry, nombre artístico de una joven sueca llamada Linnéa, no se dedica al cine porno por un trauma del pasado. Ni es víctima de una red de trata, ni una ninfómana. Sencillamente, le interesa, no le afecta ser cosificada y se siente con cualidades para triunfar en el cine para adultos.
Encarnada por la debutante Sofia Kappel, Bella es el personaje principal de Pleasure, sensación del cine indie que se estrena este viernes en la plataforma MUBI. Dirigida por Ninja Thyberg, una estudiosa del género, su meta es desnudar de clichés al XXX.
“Steven Spielberg me dijo que amó la película y que yo estaba genial en ella. Eso me hizo inmensamente feliz”, dice en entrevista Kappel sobre la película que aborda el tema del cine porno.
Pleasure resulta una mirada femenina de una industria del cine porno secuestrada por la masculina. Drama con la crudeza de un documental, sigue a Linnéa en su búsqueda del estrellato en Los Ángeles, a costa de cualquier práctica.
El punto de vista, en las gradualmente ascendentes secuencias sexuales, es el de ella, al estilo de filmes como Lilja 4-Ever, de Lukas Moodyson. Lo que se ve en pantalla no está hecho para gratificar sensorialmente al espectador ni para desarrollar fantasías.
“Hacer la película valió totalmente la pena. La escena que me enorgullece más es la más violenta (donde hay asfixia y dos hombres), o esa donde ella va con el agente. Significan mucho para la narración y me exigieron mucho.
“Mucha gente que ha visto la película se la pasa preguntándome si estaba bien, si estoy bien. Claro que sí. Lo tomo como un cumplido, porque habla de mi interpretación”.
Ahora de 24 años, Kappel no tenía experiencia alguna frente a la cámara cuando fue contratada para estelarizar Pleasure. Por si fuera poco, estaba en terapia por dismorfia corporal, un trastorno mental que acrecienta defectos físicos reales o imaginarios.
Pero después de haber audicionado a miles de chicas, la directora quedó prendada de esta inesperada debutante. ¿Cómo logró ella sentirse cómoda en el set?
Se preparó visitando filmaciones porno reales. También visitando congresos de la industria, haciéndose pasar por una actriz verdadera. Y ya en el rodaje, con muchos diálogos previos y certezas de cuáles eran sus límites, para jamás cruzarlos.
“Todas las escenas las hice con quienes me hacían sentir cómoda. El hecho de que muchos de los actores eran de la industria de adultos hizo una enorme diferencia. Ellos están acostumbrados a estar desnudos, y lo hizo mas fácil para mí.
“Traté de hacer lo mismo. Si estaba topless para una escena, le pedía al departamento de vestuario que tras el corte no corrieran a cubrirme, porque eso me haría pensar que tenía que ocultarme”.
En Pleasure, aparecen varias celebridades reales del cine para adultos, en una suerte de apadrinamiento o espaldarazo a la narrativa. Están por ahí las actrices Evelyn Claire y Kendra Spade, lo mismo que el superagente Mark Spiegler.
“Muchas mujeres de la industria sintieron que esta película les dio una voz”.
El porno aquí no se idealiza, pero tampoco se sataniza. Se ejemplifican las mieles del éxito, pero también lo desechables de sus protagonistas, lo fácil de caducar. Se percibe su aura liberadora pero también la opresora.
“Yo era igual de hipócrita que la mayoría de la gente que consume porno. Compartía muchos prejuicios sobre las mujeres que lo hacen. Pensaba que muchas estaban traumatizadas, rotas, que las habían obligado.
“Resultó que estaba completamente equivocada al respecto. Los prejuicios nacen de la ignorancia, y yo lo ignoraba casi todo de esta industria. Había visto algunos documentales, pero estos solo mostraban un lado de la historia”.
El porno, muestra Pleasure, puede ser empoderador o explotador. Tal y como cualquier trabajo.
Agencia Reforma