Orilladas por el desempleo o porque quebraron los pequeños negocios que habían emprendido, el número de trabajadoras sexuales en la CDMX aumentó de 7 mil 500 a 15 mil 200 durante la pandemia de Covid-19.
Esto, de acuerdo con un censo que realizó la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”.
La gran mayoría son mujeres, aunque también hay cisgénero, transgénero y un pequeño porcentaje de hombres.
Elvira Madrid, presidenta de la organización, explicó que ese incremento también trajo consigo un aumento en enfermedades como el VIH, en la trata de personas o defunciones por Covid-19.
“Fue un diagnóstico que nos sorprendió muchísimo, porque siempre es la pregunta, ¿y por qué no trabajan de otra cosa?
“Y lo estaban haciendo, las íbamos a ayudar para que pelearan por su despido, pero resulta que ni siquiera estaban contratadas, les pagaban 100 pesos al día y sin tener ningún derecho”, explicó Madrid.
Algunas incluso terminaron viviendo en la calle, contó.
En 2020, la organización documentó la muerte de 50 trabajadoras sexuales por Covid-19; en lo que va de 2021, acumulan 35 decesos.
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Pandemia ahuyentó a clientes
Un tatuaje en el brazo le recuerda a Vanessa que debe trabajar por sus hijas. Vestida de minifalda y tacones, la mujer de 34 años espera más tiempo de lo habitual en las calles de La Merced para que un cliente la contrate como trabajadora sexual.
El doble esfuerzo se debe a que la pandemia de Covid-19 ahuyentó a los clientes.
Antes, laboraba sólo tres días a la semana de las 08:00 a las 17:00 horas. En esos días, la llegaban a contratar hasta en 20 ocasiones. Eso le permitía regresar a casa para enfocarse en el desarrollo de sus hijas en la escuela.
Ahora, el confinamiento por la pandemia provocó que bajaran tanto los clientes que debe salir a las calles todos los días. La espera la hace de las 09:00 a las 21:00 horas para tener, si acaso, un cliente cada día.
Vanessa vive en un hotel de la Capital, en el que le cobran 200 pesos por día. A ese lugar acostumbra llevar a quien la contrata.
Para evitar posibles contagios del virus, ofrece gel antibacterial a los clientes, además de líquidos desinfectantes que tiene el hotel.
También intenta adoptar una iniciativa que fue bautizada como “Coronasutra”, en alusión al kamasutra, en el que se recomiendan posiciones sexuales con cierto distanciamiento entre las caras de las parejas, además del uso de cubrebocas.
El “Coronasutra” y otras medidas para evitar contagios, los plasmó la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, con ayuda de otras organizaciones, mediante la impresión de 5 mil cómics.
En Brigada Callejera, las trabajadoras sexuales pueden acceder a consultas médicas y medicamentos.
“Desde que entro al hotel, desinfecto a mi cliente, me desinfecto yo y nos ocupamos, salimos y, lo mismo, nos desinfectamos. Procuro que no me toquen mucho; el más efectivo es el Coronasutra porque evitas más el contacto. A veces no les gusta, porque les gusta recargarse, quieren hacer lo que ellos quieran.
“(Ahora con la pandemia) trabajo más tiempo, me hago menos ratos y está peor”, expresó Vanessa.
Ella inició como trabajadora sexual a los 19 años, mientras lloraba parada en calles oscuras de la Capital, debido a que un tratante la trajo desde Tlaxcala para orillarla a ofrecer trabajo sexual.
Posteriormente, logró huir del tratante y, de manera voluntaria, ha decidido desde entonces continuar con ese oficio. Vanessa ayuda a la Brigada Callejera a detectar cuando una mujer es víctima de trata de personas.
Claudia, de 42 años, tuvo que recurrir a sus ahorros para sobrevivir en la pandemia, ante la disminución de clientes.
También ha constatado cómo otras mujeres han tenido que dar dinero a supuestos grupos delictivos para que les permitan hacer trabajo sexual en La Merced.
“Hay puntos de aquí de La Merced que les están cobrando cuota por dejarlas trabajar, al principio, tengo entendido que les estaban cobrando 300 pesos el día, no sé si ahorita si les sigan cobrando lo mismo o haya bajado”, comentó Claudia.
Agencia Reforma