Le llaman el “Estado Grande” y lo es, si consideramos que sus 25 millones de hectáreas equivalen a la mitad del territorio de España.
Nueces y manzanas son los cultivos que le han dado fama, pero esta tierra de atardeceres índigo cosecha ya los frutos de su ímpetu vitivinícola.
Aunque región joven y desconocida para muchos, se introdujo en la elaboración moderna de vinos con el pie derecho: bajo supervisión de la Universidad Autónoma de Chihuahua, se plantaron 14 viñedos experimentales para determinar cuáles, de entre siete cepas recomendadas por la Universidad de California en Davis y la Fundación Chile, serían las de mayor potencial.
Mucho del crédito por los métodos de elaboración y la cultura del vino debe darse a varias familias italianas -Garrone, Nicli, Contestabile y Guglielmina-, que migraron hasta aquí gracias a la industria papelera.
“Don Gastone Guglielmina nos enseñó la forma de hacer vino en Italia. Lo hacíamos en su casa, conseguíamos uva de un lugar o de otro. para 1999 nos dejó el cargo de continuar la tradición”, reconoce Gilberto Pinoncely, copropietario de Bodegas Pinesque.
“Duramos 15 años sin vender una botella, lo mismo hicimos buen vino que muy buen vinagre, porque lo hacíamos de forma totalmente natural; es algo que aprendimos de Gastone y queremos conservar en lo posible.
“Sabemos que ya no es el vino de la casa, es el vino de Chihuahua para el mundo. Y hemos ido implementando algo de tecnología, en tanto conserve las características de la uva al máximo. Es la tarea que emprendimos, desde 2010, ya como productores”.
A los vitivinicultores de Chihuahua debe reconocérseles cohesión como gremio. Para muestra, precisamente, el equipo de Pinesque, que ayuda a otros en la hechura de sus primeros vinos, el cuidado de sus vides, e incluso elabora en sus instalaciones etiquetas de otras marcas.
“Me gusta este trabajo que hacen los productores como una entidad única. Se unen, colaboran, se apoyan, comparten información, técnicas y estilos productivos”, reconoce Carlos Borboa, director de México Selection.
En la ponencia “Vinos y viñedos de Chihuahua: una promesa cumplida”, el sommelier Sergio González destaca que más del 60 por ciento del territorio es apto para el cultivo de la vid.
Y no sólo eso, su interesante mezcla de climatologías -prácticamente todo el espectro del índice bioclimático Winkler- da a los productores posibilidades de elaborar lo mismo un elegante Shiraz que un potente Cabernet Sauvignon.
“En el corto tiempo que lleva Chihuahua elaborando vinos, ya con una tenacidad que apunta a mejorar esta industria, hemos encontrado ejemplos de enorme calidad.”, reconoce González.
“La constante es esta parte especiada, que encuentras tanto en tintos como blancos, y las cepas que comienzan a posicionarse como referentes son la Cabernet Sauvignon de regiones de altura, y la Shiraz, que la acompaña en ensambles estilo Australia”.
Más allá del cliché, Chihuahua es tierra de contrastes: Juárez puede alcanzar los 50 °C; Villa Ahumada ha llegado a los 30 bajo cero. El Chepe sorprende a sus viajeros con paisajes nevados, el Desierto de Samalayuca abraza entre soleadas dunas a los aventureros, y las entrañas de las Barrancas del Cobre esconden insospechados cultivos tropicales.
Las postales que sus vinos regalan al paladar son igualmente diversas y únicas. En terruños chihuahuenses han echado raíces cepas que difícilmente muestran potencial en el resto del País, como Pinot Noir, Gewürztraminer y Malvasía Blanca.
“Estamos en pleno semi desierto. Estas condiciones de temperatura extrema -10 a 12 grados bajo cero en invierno, 42 a 44 en verano- hacen que el viñedo saque lo mejor de sí”, apunta Javier Robles, responsable de la producción agrícola de Hacienda Encinillas.
Por su capacidad, inversión y medallas obtenidas con su ensamble Megacero, Encinillas es la bodega punta de lanza entre los enófilos que voltean a la región.
Las primeras plantaciones, en la parte baja de esta hacienda (que data de tiempos coloniales), se realizaron en 2004. Hoy suman 100 las hectáreas de viñedo, con ocho variedades (Chardonnay, la única blanca, Tempranillo, Petit Verdot, Cabernet Franc, Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon y Shiraz) en camino a certificarse como orgánicas en un par de años.
Te puede interesar: Navarra en rosa: vinos que no deben faltar en tu mesa este 2021
Los retos que presenta Chihuahua
El desarrollo vitivinícola detona también proyectos enoturísticos y varias de las bodegas chihuahuenses están abiertas a los amantes del vino.
Una de las excursiones más completas es la ruta Tres Ríos, que incluye transporte, visita a la Hacienda Santa Sabina, tour por el viñedo, traslado al rancho Las Ruelas -con una habitación donde se cuenta durmió el mismísimo Pancho Villa-, recorrido por la vinícola, cata y comida.
“Tres Ríos es un grupo vitivinicultor que tiene sus propios viñedos y bodega. Todo lo hemos hecho en lugares con belleza natural y cerquita de la capital porque tienen un fin enoturístico”, cuenta Consuelo Meléndez, directora del grupo.
Carne, queso, manzana, nuez y otros productos orgullosamente locales son presentados en los platos que maridan esta experiencia, a sólo 40 minutos de la ciudad y con un costo de mil 500 pesos por persona.
Recién estrenada, la terraza de la bodega Pasado Meridiano también ofrece cocina de asador, degustación de vinos y quesos, y grandes postales del atardecer.
“La bodega se terminó para mayo de 2014. Queremos detonar esto como zona turística, somos el lugar más cercano al aeropuerto con un complejo integral: viñedo, bodega y restaurante”, explica Gustavo Terrazas, socio de Pasado Meridiano, que cuenta también con un invernadero de fresa y cultivos de pistacho.
Las vides representan una alternativa idónea para la escasez hídrica que enfrenta Chihuahua, pues requieren hasta 50 por ciento menos agua que los nogales y los manzanos, pero los productores están aún en una curva de aprendizaje frente a los embates del clima.
“No tenemos la continuidad que quisiéramos por las heladas tardías; son un serio problema. Hemos tenido años en que recibimos 30 toneladas y otros 3, es un reto”, reconoce Pinoncely.
Es común ver malla sobre los viñedos, pues el granizo es también una amenaza para los frutos. En 2016, Pasado Meridiano perdió su cosecha debido a ello.
Pero a pesar de que los fenómenos meteorológicos hagan de las suyas, Chihuahua es una región que avanza a paso firme, con la voluntad de mostrarse al mundo, y ha probado la calidad de sus vinos. Así lo demuestran las preseas obtenidas por etiquetas como Pecus, Ikká, Megacero, y 5 de Pinesque.
Agencia Reforma