“Yo sé que a algunos no les gusta y que quisieran poner a la Comisión al mismo nivel que la empresa Iberdola, pero no es lo mismo; no es lo mesmo que lo mismo”.
Andrés Manuel López Obrador
Iberdrola, una de las empresas que el presidente López Obrador gusta de denostar en las mañaneras, dio a conocer ayer sus resultados del 2020. A pesar de una caída de 5 por ciento en la demanda en mercados clave, como el Reino Unido y España, la utilidad neta aumentó 4.2 por ciento para alcanzar 3,611 millones de euros. Sin la crisis, el crecimiento habría sido de 10 por ciento, según el reporte trimestral.
Esta firma, que tiene sus orígenes en España y ha ampliado su actividad a muchos otros países, incluido Estados Unidos, está viendo hacia el futuro. El año pasado elevó sus inversiones en 13 por ciento para alcanzar 9,246 millones de euros. Si bien ya tiene una capacidad de generación en renovables de 35 gigavatios (GW), busca elevarla a 60 en 2025 y a 95 en 2030. Su capacidad de generación con carbón y fueloil (combustóleo), de 9 GW en 2000, ha quedado en ceros.
Ayer por la madrugada, en contraste, los diputados de Morena, el PT y el PES aprobaron la contrarreforma a la Ley de la Industria Eléctrica. No le cambiaron ni una coma a la iniciativa preferente del presidente, excepto en algunos artículos transitorios. La propuesta modifica el orden de despacho de la electricidad en el sistema nacional para favorecer a la Comisión Federal de Electricidad. Esto le permitirá recuperar buena parte del monopolio que tenía en los tiempos del viejo PRI.
Una vez aprobada por el Senado y promulgada, la legislación permitirá que la CFE reactive sus plantas más obsoletas, caras y contaminantes, como las de carbón y combustóleo, que hoy se han quedado solo como respaldo, y subirá el costo de la energía que compra la CFE. Si el presidente cumple su promesa de no elevar las tarifas al público, el resultado será provocar pérdidas a la compañía que tendrán que ser compensadas con subsidios gubernamentales.
Al contrario de lo que está ocurriendo con Iberdrola y otras empresas internacionales, la CFE no está interesada en invertir, por lo menos no de inmediato, en energías limpias. Su plan de negocios, según Valeria Moy, del Instituto Mexicano para la Competitividad, solo considera empezar a invertir en energías renovables en 2027, ya en el próximo gobierno.
Las primeras víctimas de esta ley serán las familias mexicanas. La contaminación de algunas de las plantas de la CFE es enorme. Un informe de Reuters señalaba el pasado 5 de agosto que la termoeléctrica de Tula de la CFE, que utiliza combustóleo, violó las normas ambientales entre 2016 y 2019. El contenido de azufre fue de 3.9 por ciento, casi el doble del 2 por ciento establecido para los corredores industriales. La CFE, sin embargo, ha ocultado la información sobre la contaminación de la planta.
Hay otras consecuencias importantes de la nueva legislación. México ya ha empezado a sufrir las consecuencias de la falta de una electricidad suficiente, barata y limpia. Tesla, la fabricante de autos eléctricos, estudió la posibilidad de hacer una inversión en Jalisco, pero se decidió por Austin, Texas, en parte por la incertidumbre legal en materia energética. Las nuevas reglas en México no solo significan que la energía será más cara, sino también más sucia. Muchas de las grandes empresas del mundo tienen ya compromisos para reducir sus emisiones de carbono. Producir en México, con electricidad de combustóleo o carbón, no será una opción.
Errores básicos
El secretario de hacienda, Arturo Herrera, señala que la ASF cometió errores básicos al calcular el costo de cancelación del NAIM. “Se contrajo deuda y nunca se ejerció. Con ese mismo dinero se pagó la deuda”. Se equivocaron los auditores en 253 mil millones de pesos al contar como gasto un dinero que se devolvía. ¡Increíble!
Twitter: @SergioSarmiento
Agencia Reforma
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