“No habrá más apagones”.
Andrés Manuel López Obrador
Al presidente le gusta prometer y lo hace con entusiasmo. Por eso ha declarado tantas veces que ya no habrá apagones.
Lo hizo el 22 de junio de 2019 en Mérida, después de las fallas del 8 de marzo, 5 de abril y 22 de abril: “Ya hablé con Manuel Bartlett -dijo– para que en la península de Yucatán se construya una planta de generación de energía eléctrica para que nunca más haya apagones”. Lo reiteró después del gran apagón del 28 de diciembre de 2020: “Ante la pregunta de si va a seguir sucediendo, yo puedo adelantar que no; tenemos un buen servicio de energía”. De todas maneras, sufrimos los apagones del 15 y 16 de febrero de este 2021.
En los de Yucatán y del día de los inocentes la CFE afirmó que las causas eran la quema de pastizales y el uso de energías renovables. La empresa incluso presentó un oficio de Protección Civil de Tamaulipas, que comprobaba el incendio del 28 de diciembre, pero el documento resultó falso. Aunque hubiera sido verdadero, sin embargo, las promesas habrían sido imposibles de cumplir: No hay forma de evitar las quemas.
Después del apagón de este febrero, el mandatario ya no ha repetido la promesa. Hace bien. Las fallas eléctricas son inevitables en cualquier lugar. Esta semana, por ejemplo, hubo apagones en Texas como consecuencia de una de las peores tormentas invernales en años.
Si bien no es posible prometer que no habrá apagones en el futuro, sí hay bases para afirmar que las fallas en el sistema eléctrico nacional se harán cada vez más comunes. Desde que empezó el actual gobierno se ha suspendido la construcción de nuevas plantas privadas de generación. Si la CFE estuviera construyendo las suyas no habría problema, pero la CFE no está construyendo nada. El dinero público se está yendo a la refinería de Dos Bocas.
Los apagones de 2019 y 2020 fueron, al parecer, consecuencia de falta de mantenimiento de la red de transmisión, y digo al parecer porque hasta el momento no se han publicado estudios técnicos sobre las causas. La CFE tiene un monopolio en transmisión y distribución, pero por falta de recursos no está invirtiendo lo suficiente en estos campos. Los privados solo pueden invertir en generación, pero López Obrador ya no lo ha permitido. El problema es que, si no hay inversión, el sistema se volverá cada vez más obsoleto.
Hay que añadir el problema del gas. México importa la mayor parte de su gas de Estados Unidos. En buena medida el apagón de los días pasados fue producto de la suspensión de la provisión de Texas por la fuerte tormenta de nieve. México podría producir su propio gas, porque el noreste de nuestro país tiene las mismas estructuras geológicas que el sur de Texas, solo que en México está prohibida la fractura hidráulica que se emplea para extraerlo. Tampoco tenemos capacidad de almacenaje, porque los proyectos de Cenagas para construir instalaciones fueron suspendidos por el gobierno de López Obrador. Por eso las generadoras del norte de México dejaron de operar tan pronto se cortó el suministro de gas de Texas. No tenían reservas.
En los tiempos de Luis Echeverría México sufría apagones programados todos los días. Lo mismo ha ocurrido en Venezuela. No hemos regresado todavía a esa situación hoy, pero vamos por ese camino. No se puede predecir que no habrá apagones, porque estos ocurren por razones muy diversas, pero sí que habrá apagones cuando no se invierte lo suficiente en el sistema de electricidad.
Y en Texas
¿Por qué fue tan fuerte el apagón en Texas? Porque ha querido ser autosuficiente en electricidad. El sistema eléctrico del estado es el único de la parte continental de EUA que no está interconectado con el nacional. Con este aislamiento el gobierno de Texas buscaba la autosuficiencia, pero solo logró que no pudiera recibir apoyo de otras redes en el gran apagón.
Twitter: @SergioSarmiento
Agencia Reforma
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