Peter Sutcliffe, bautizado en el Reino Unido como “El destripador de Yorkshire”, murió este viernes 13 de noviembre en un hospital de Reino Unido, a los 74 años de edad, tras contraer Covid-19 y rechazar atención médica.
Hasta ahora, la causa exacta de su fallecimiento no ha sido confirmada y está siendo investigada por los forenses, debido a que Sutcliffe padecía otras enfermedades, además del coronavirus.
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Destripador despiadado
“El destripador de Yorkshire” sembró el pánico en el norte de Inglaterra en la década de los 70. En 1981 fue condenado a cadena perpetua por asesinar a 13 mujeres e intentar matar a otras siete entre 1975 y 1980.
Su apodo le vino dado por su siniestro modo de asesinar a sus víctimas, que incluía la extracción de órganos y mutilaciones abdominales y genitales.
Sutcliffe logró evadir a la policía varias veces en su carrera criminal, lo que le permitió continuar con sus crímenes a sangre fría contra mujeres jóvenes. La captura de este asesino ha sido una de las más difíciles para la policía británica, que invirtió hasta de 2.5 millones de horas para coturarlo.
Estas son algunas de las víctimas de Sutcliffe, la mayoría de ellas prostitutas:
Una captura… de casualidad
En enero de 1981 el destripador fue detenido en su vehículo cuando estaba a punto de quitar otra vida. Su captura se produjo por casualidad: dos policías que estaban patrullando un barrio vieron el auto de Sutcliffe mal estacionadoo y decidieron identificar al conductor.
Mientras los policías revisaban la matrícula del vehículo, Sutcliffe pidió ir al baño y logró esconder entre hojas de árboles las herramientas con las que planeaba matar a su víctima. Cuando los oficiales descubrieron placas falsas sobre las originales, Sutcliffe y su acompañante fueron llevados a una estación de la policía.
La Policía regresó al lugar del vehículo para registrar la zona y encontraron un martillo y un cuchillo en los mismos arbustos adonde el detripador había “hecho sus necesidades”.
Luego de que la policía le informó del hallazgo, y después de entrar en múltiples contradicciones en un interrogatorio, el asesino terminó confesando plenamente sus crímenes.